Cada año se encuentra construido por cuatro estaciones y las actividades que hacemos que fabrican la vida van de acuerdo a ellas. Entrando en la primavera, la actitud cambia, el sol sale, hay más movimiento y toda la energía que reservamos a lo largo de los días fríos esta lista para utilizarse. Al igual que nosotros nos re-despertamos, lo hacen los espacios también. En este caso hablamos del Jardín Botánico de Culiacán en donde se encuentran más de mil especies en exhibición agrupadas en diecinueve colecciones.
Está manejado por el departamento de curaduría que se encarga de mantener el espacio en una calidad óptima. Asegurando el bienestar de cada una de las especies así como el libre recorrido por el espacio con la seguridad de aprender de él. las plantas se encuentran identificadas para hacer un pequeño viaje por el mundo dentro del jardín. Las especies son de todos los continentes y se les da un servicio y análisis a cada una para poder desarrollar la vida de manera adecuada dentro de este clima. Existe un herbolario y una biblioteca para aprender más sobre el tema dentro del Jardín botánico.
El acervo botánico es de los más importantes en México pues tiene la colección de palmas más grande del mundo y el diseño con el que esta elaborado se basa en el equilibrio entre la importancia de las especies que se exhiben, de este modo cuidando de ellas y dejando resaltar su belleza. Es sorprendente visitar este tipo de espacios y ser cómplice de la infinita belleza natural que existe en el mundo natural. Simetría, patrones y colores que simplemente brillan por su perfección.
Se han invitado a más de treinta artistas internacionales para intervenir el espacio con alguna obra que de más sentido al recorrido. Incorporando la relevancia del mundo natural y el contexto en el diálogo obra-espacio-público, actualmente se encuentra una obra del artista estadounidense James Turrell que nos hace viajar a otra galaxia.