Es difícil catalogar un espacio de Oaxaca como “uno de los más bellos”, “uno de los más especiales2 o acomodarlo bajo cualquier calificativo. La Ciudad de Oaxaca es magia pura. En cada rincón de la Ciudad, entre los callejones, las piedras qué forman los muros de las obras arquitectónicas que han sido cómplices de la historia y crecimiento de sus habitantes así como de la misma ciudad. Se han conservado muchos espacios que llevan muchos años formando la ciudad, esto es lo que le da a Oaxaca una sólida identidad. Al caminar por la ciudad se puede leer un discurso arquitectónico: los colores, los materiales, la forma y la sensación de la mayoría de los espacios es similar.
Uno de nuestros favoritos es sin duda el Museo de la Filatelia. Se hizo conciencia de la falta de un espacio dedicado a esta disciplina en México y a esto se sumó el interés filantrópico de don Alfredo Harp Helú, y el hecho de que él poseía una colección completa de estampillas, sobres conmemorativos y hojillas filatélicas de México, entre otros materiales, los cuales fueron donados al museo y con lo que se comenzó la exhibición permanente.
El proyecto arquitectónico fue diseñador por Daniel López Salgado, es la comunicación por medio de puentes y patios al exterior, uniendo las galerías. El recorrido se forma por medio de una U y de este modo se divide y se reparte el espacio completo en cuatro patios. Elementos naturales: agua, piedra y vegetación típica de la región forman la atmósfera del espacio. La abstracción del concepto de patio y de galería son la principal belleza del Museo. El recorrido orgánico, la luz natural y la temperatura que genera la misma construcción crean un entorno maravilloso. Es por esto que muchas personas han utilizado el espacio para crear ceremonias y eventos especiales dentro de este lugar.